Después de este largo paréntesis, aparezco de nuevo mostrándote un relato que escribí y que hoy viene a mi pensamiento con el deseo de revivir aquella experiencia que me abrió a un mundo diferente. Espero que te guste. MÁS ALLÁ DE LAS ESTRELLAS Fue una tarde de verano cuando la conocí. Todos nos apretujábamos en torno a los autobuses que traían a los niños del Sahara y esperábamos impacientes ver la cara del que nos había correspondido. Cuando mi cuñada estuvo ante ella, dijo a la persona que se la entregó: ─Debe de haber un error. Yo he pedido una niña. Y una niña era: Ania; pero con la cabeza rapada, una herida en la cabeza y una indumentaria unisex. No sabía nada de español y le asustaban los coches, las motos y, en general, todo lo que hiciese ruido. Nos miraba con cara de enfado y rompió a llorar y a pronunciar gritos y palabras en su idioma, cuando la introdujimos en la bañera. Aquella noche, apenas comió y, a media noche, la encontró mi sobrina dormida encima de la alfombra
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